Diferentes estudios arrojan datos preocupantes sobre la tasa de fracaso en procesos de fusiones y adquisiciones de empresas: el 70%. No solo el dato es alarmante, sino que además citan el factor humano como la razón principal de los fracasos.
Parte del problema radica en que las organizaciones se preocupan del personal exclusivamente en el momento de llevar a cabo dichas fusiones cuando realmente deberían contemplarlo desde el primer momento puesto que, al fin y al cabo, van a ser ellos los que tengan que remar en el nuevo barco frente a la adversidad e incertidumbre que se avecina. Las organizaciones, los procesos y las culturas se estarán integrando durante meses después de la fusión. Surgirán nuevos desafíos y oportunidades en la nueva organización, en su mercado y entre sus clientes. Y la fusión o adquisición no será el último cambio al que se enfrentarán. En este entorno, la agilidad de cambio debe ser parte del ADN de la nueva empresa y de sus líderes. Estos deben hacer que el cambio sea contagioso, integrándolo en todo lo que hacen (tanto en su día a día como en la parte estratégica) para que rápidamente se extienda al ADN de tod@s l@s emplead@s.
Los líderes ágiles son los que responden a los cambios en el entorno empresarial aprovechando las oportunidades: abandonado los viejos modelos y desarrollando nuevas formas de hacer negocios. Además, demuestran cinco actitudes que, juntas, crean una ventaja competitiva para la empresa:









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